Efímeros

  • Economía empática
  • Efímeros
  • Héctor Farina Ojeda

Una de las curiosidades más notables de las economías latinoamericanas es su fascinación con el corto plazo, con el efecto, con el beneficio rápido y con la demostración material de que se avanza. Cuando la coyuntura es buena, cuando los vientos están a favor, se navega con la calma de que todo estará bien y que la bonanza continuará. Y cuando el momento es malo, se toman medidas para mitigar la crisis, para aguantar el mal trago, con la esperanza de que todo mejore para que volvamos a estar como siempre.

El petróleo, el cobre, el gas, la soja, los productos agrícolas y una larga lista de riquezas naturales parecen hoy un sueño mal contado, de un momento en el que la riqueza era el destino y que ahora suena lejano cuando la pobreza es el camino. En una región rica tenemos la mayor desigualdad a nivel mundial, con más de 82 millones de personas en pobreza extrema y 201 millones en condiciones de pobreza. El boom de las riquezas, el momento de los elevados ingresos, la lluvia de dinero, no significaron una mejoría constante para la gente sino sólo un efímero salpicón de riqueza que se fue como lo que el viento se llevó.

La fascinación con el corto plazo, con lo que genera rédito en poco tiempo, se nota en campos tan disímiles como la inversión en un negocio o en la apuesta por la educación. Mientras en economías sólidas como las europeas se valoran las inversiones que serán rentables en el largo plazo, de este lado del charco hay una desesperación porque todo genere ingresos rápido, como si la prioridad estuviera en el efecto inmediato y en no en la sostenibilidad. Lo mismo pasa con la educación, a la que se le invierte poco porque sus resultados se ven en largo plazo y no en forma rápida.

Cuando miramos las economías latinoamericanas debemos ver no solo sus crisis recurrentes y sus altibajos inerciales, sino la carencia de planificación para el mediano y largo plazo: en lugar de crecimientos constantes, de inversiones productivas y de una construcción permanente de oportunidades económicas se habla de décadas pérdidas, de oportunidades que se fueron, de bonanzas que ya no llegan y de tratar de salir de la crisis. Es muy difícil prever hacia dónde van nuestras economías debido a que predomina la visión del corto plazo y que cualquier imprevisto puede alterar el rumbo.

En 1969 un país históricamente pobre encontró petróleo en su territorio. Y en lugar de venderlo rápido para lograr riqueza pronta, decidió usar ese recurso para financiar la educación y apostar por las ganancias a largo plazo. Noruega se convirtió así en uno de los países más ricos, más equitativos y con menores niveles de pobreza en el mundo. De la oportunidad de riqueza efímera se pasó a lo que realmente construye una sociedad: la educación de la gente. Uno de los grandes retos latinoamericanos está ahí: en dejar la seducción del corto plazo para trabajar en lo que realmente generará una mejor condición de vida en el mediano y largo plazo. Hay que invertir mirando lo sostenible en el tiempo, lo que realmente nos quedará.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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