Una de las consecuencias directas de la incertidumbre ocasionada por la guerra comercial es que se ha acentuado la desaceleración de las economías latinoamericanas. En tiempos de aranceles que van y vienen, los pronósticos de crecimiento no sólo se van recortando sino que debido al panorama incierto para el futuro cercano se postergan inversiones, emprendimientos y proyectos, por lo cual hay un impacto directo en el mercado de trabajo. No sólo estamos ante el riesgo de que se generen insuficientes oportunidades laborales sino que los empleos existentes se vuelvan más precarios e informales.
A principios de año, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que la economía latinoamericana crecería en promedio 2.4 por ciento en 2025. Hace un par de semanas hizo ajustes en este pronóstico y redujo la cifra a 2.0 por ciento para este año. Y la tendencia sigue a la baja debido a que no sólo no ha disminuido la incertidumbre internacional debido a los aranceles de Estados Unidos y la guerra comercial, sino que el escenario sigue siendo incierto y notablemente inestable. En el caso de México el impacto es tan importante que los pronósticos apuntan a un crecimiento casi nulo o incluso una recesión.
En este contexto de incertidumbres y escaso crecimiento, los países latinoamericanos enfrentan riesgos importantes como la insuficiente generación de puestos de trabajo, el aumento de la informalidad y la precariedad de los empleos, el aumento de la pobreza y la desigualdad, así como en general el riesgo de que las condiciones de vida de las personas se deterioren, lo cual suena bastante grave en la región más desigual del mundo y que cuenta con 172 millones de personas viviendo en condiciones de pobreza.
Si pensamos que conseguir un buen trabajo es la oportunidad real para que millones de latinoamericanos tengan la posibilidad de mejorar su condición socioeconómica, con el escaso crecimiento de la economía y la insuficiente generación de oportunidades laborales se limitan las oportunidades para la gente. Cerca de la mitad de los puestos de trabajo latinoamericanos son informales, es decir que no ofrecen prestaciones, seguro ni ingresos estables. Y cuando no hay dinamismo importante, cuando no hay suficientes inversiones y cuando los mercados no se expanden, el mercado laboral se resiente y afecta directamente a los trabajadores.
Aunque las noticias de los últimos días dan cuenta de reuniones y de intentos por frenar la guerra comercial y bajar los decibeles de los aranceles, lo cierto es que la incertidumbre ya ha generado un daño importante para las proyecciones de este año. Ante el riesgo latente de que la incertidumbre se prolongue hay que apurar medidas para proteger los empleos e impulsar inversiones que incentiven el mercado de trabajo. No sólo se trata de aranceles y precios sino de los ingresos de millones de personas, de la calidad de vida de mucha gente. No son los aranceles, es el empleo. Y es la gente.