Nada le costaba a la oposición decir: hoy te apoyo, estoy contigo, soy solidario, frente al atentado contra Ximena Guzmán y José Muñoz. Pero no, tenía que aparecer Ricky Riquín, más Canallín que nunca, a declarar sin datos ni nada que se trataba de un crimen de Estado. O sea, ¿este dijo que el propio Estado mexicano perpetuó este asesinato?
Perdón, pero para crímenes de Estado ahí están la narcoguerra de Calderón, o la oscura muerte de dos secretarios de Gobernación en situaciones bastante dudosas y nunca aclaradas. Sin olvidar a Colosio y Ruiz Massieu. Pero los buitres no hacen sinapsis y Anaya, instalado en la chabacanización de la rabadanización, se cuaja de siniestro oportunismo junto con el telenovelero de Alititito Moreno. Sin autoridad moral, ni quién les crea.
Era difícil que alguien pudiera superar a la Rabadán y al moñero Calderón en materia de rapiña, pero Anayita los rebasó por la ultraderecha.
Un ejercicio desestabilizador que fue multiplicado por la derechairiza mediática que le jugó a alimentar la histeria colectiva hablando de “ajuste de cuentas”. #NoMaMarx.
Digo, estos buitres deberían de decir: sí, somos buitres, pero hay que ser tan obvios. Hay que ser trompudos pero no marranos, dice mi padre. Además, no pueden ser más predecibles y ante cualquier situación ya se sabe qué van a hacer: melodramas tumbados, vistimización, y echarle la culpa de todo a López, a la Presidenta o a Clara Brugada. Así, sin matices ni variantes.
A pesar de su fanatismo ultraderechoso y anticomunista, el sector opositor debería saber que mostrar un poco de empatía y solidaridad no les va a arrebatar un ápice de su rabia derechaira. Solo se corre el peligro de ser menos calderonicolitas y más humanistas.
Eso sí, la única manera de acabar con estas especulaciones derechuecas de los carroñeros es que lo más pronto posible, Harfuch entregue respuestas sobre esta tragedia.
Ahí tienen lo del terrible accidente del buque escuela Cuauhtémoc, donde la rabadaniza alarazkiana casi alegaba que AMLO controlaba el timón, pero ahora sabemos que fue un marino estadunidense el que, como lo marca la ley, pilotaba la nave. Dato mata relato turulato.
En esa misma lógica, alguien podría asegurar —sin pruebas ni confirmación, como hacen en la opo— que por ocurrir el asesinato en la muy panista alcaldía Benito Juárez todo pudo ser orquestado por el cártel inmobiliario del PAN. A ver si al prianismo no le salen forúnculos cuadrigéminos en salva sea la parte.