En tanto el refrán que dice “No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue", podría interpretarse en que, tarde o temprano, en la aventura político electoral el tiempo nos alcanza estableciendo los escenarios. Esto, sin embargo, no impide que en el mundillo partidista y en el mediático, pretendan adelantarse a todo vaticinio, pese a que solo el tiempo tiene la razón.
De los resultados de las elecciones por las alcaldías en Durango (como también en Veracruz), las empresas encuestadoras, costosas, lucran y manipulan –o esto creen-, tratan de inducir el voto, apoyados por determinados medios de comunicación. Una historia repetitiva cada jornada comicial.
Que si Morena, que si el Prian, que si Movimiento Ciudadano, que si esto y lo otro…, que si sus candidatas y candidatos encabezan la tendencia, que es inminente el triunfo o la derrota para fulana o perengano, o partido, que si en el futuro bla bla bla… Nada. La prisa nos gana, el rumor y chisme anima y aniquila. La prisa, generalizada en la vida actual, es el factor clave y juega en contra de la paciencia, de la templanza; nos acelera, nos estresa. El pensamiento partidista (que no ideología, ésta desapareció hace años) es una fuente inagotable de fantasías, de visiones sesgadas, parciales, no acepta la realidad porque no la vive. Los partidos, en su proceder, están ajenos a las experiencias de las mayorías, son machacones, persistentes, siguen montados en su necedad de querer son lo que no han sido: la única y verdadera opción de cambio y transformación de una población irritada, enojada, decepcionada, pero que les hace eco para paliar de manera provisional su inconformidad.
No pondré el nombre, aquí, en esta columna, de las y los candidatos municipales de los partidos. ¿Para qué?
De entre ellos y ellas, saldrá la ganadora o el ganador y levantará la mano a toda prisa la noche de mañana domingo 1 de junio. Habrá vencido a sus rivales, a quien le compitió al amparo de unas siglas por las que la gente no votó porque ese electorado está cansado de ver, saber y experimentar la burla de que es sujeto y objeto. Han pasado tres años más y sus ciudades nomás no mejoran y sí empeoran.
Estamos expectantes ante la eventualidad que pueda suceder en Gómez Palacio y en Lerdo, en los 39 municipios duranguenses. Y sabremos quién y quiénes sumaron más votos para, desde el lunes 3, avocarse a armar sus equipos, a estructurar planes, programas, políticas públicas y con estas acciones dar señales de certeza, de honestidad, de congruencia, de presumir una moral y una ética política que les permita elaborar, ahora sí, planes de rescate y desarrollo, de bienestar social (incluida la cultura, y el deporte, por favor). Tanto en Lerdo como en Gómez Palacio hay personas -no necesariamente militantes-, preparadas, de ideas innovadoras, responsables, decentes, profesionales en lo suyo y que bien podrían integrarse a los planes y políticas públicas que ambas ciudades requieren, a la voz de ya, para sacudirse el olvido y el atraso en que están. Y es pueblo raso. En un sistema de partidos, del que seguimos siendo rehenes, la opción es votar. Y votar comprometidos con la historia presente, sin dejar de observar el pasado reciente. El domingo es el hoy.
*-Y, en la elección judicial, también este domingo 1 de junio, salgamos a votar y derrotemos a los catastrofistas, a los defensores a ultranza de años y años de un sistema judicial que solito se ahorcó, que en muchísimos ejemplos se prostituyó y dañó de por vida a individuos, empresas, sociedades, familias, instituciones. La imagen de la justicia en México está por los suelos y esta votación es parte de una Reforma al Poder Judicial hecha ley y es Constitucional. Los agoreros del desastre, meros oportunistas identificados con la peor época del país, tendrán que reflexionar en serio pues ese México ya no es el que configuraron.
