Las medidas draconianas dispuestas por el estadounidense Donald Trump, de repatriar a cualquier latinoamericano que haya ingresado al vecino país del norte, sin documentos oficiales y por ello ser llamados criminales, debería haber desatado ya una reacción en cadena de los países a los que pertenecen los hoy expulsados de esa nación.
Bufetes de abogados de reconocidas firmas en la Unión Americana ya se han entrevistado con gente que, no obstante contar con visas de trabajo, han sido vilipendiados y humillados so pena de ser reprimidos y hasta despedidos de sus empleos, si no delatan a trabajadores que están escondidos para evitar ser detenidos y después expulsados de suelo americano.
Por lógica y para ejercer presión legal sobre Trump y el gobierno de aquel país, tendrán que ser atacadas sus iniciativas conforme al derecho internacional y también por objetivos delineados por la comunidad, para que al final no persista en ser aplastada la buena voluntad de quienes hoy se encuentran en total indefensión en la Unión Americana.
Y es que la serie de leyes adoptadas por el hoy presidente número 47 de Estados Unidos, además de ser “redactadas” por unos resentidos sociales como él, buscan notoriedad y la mirada mundial porque han amedrentado a los latinoamericanos en lo particular, que ya no saben a quién dirigirse en estos momentos de confusión y miedo extremo.
Fiel a su instinto conflictivo, lleno de odio y de venganza, Donald Trump solo deja entrever lo que lleva adentro, y qué ha resultado ser un hombre sin principios morales y sólo con un látigo en la mano para recordar sus años de infancia cuando era tratado como cualquier personaje surgido de las películas de drama y de monstruos creados por la mano de perversos.
Empero, hoy los aires que se respiran en la supuesta nación más poderosa del mundo, son de miedo extremo y de venganza al por mayor, ya que hasta agentes privados encubiertos por instituciones de renombre internacional, comulgan con la represión trumpista que va en contra de latinoamericanos que están en la indefensión e incluso muchos de ellos, residentes con papeles oficiales otorgados por el régimen estadounidense, hoy son víctimas de ese sistema.
Sólo han transcurrido 10 días de qué tomo posesión Trump como presidente estadounidense y pareciera ser que lleva ya varios años al frente de ese régimen republicano, del cual el también empresario se siente el redentor del mundo. De este lado, la presidenta Claudia Sheinbaum sólo responde con tibieza a las provocaciones.