Sociedad

Detroit Techno vs pokemonas

Esto no es festival de EDM, Movement, se trata de puro y absoluto techno, ese que fundaron Juan Atkins, Kevin Saunderson y Derrick May.

Dijo en mayo del 2024 el DJ Carl Craig mientras conducía los primeros beats de su set que eran notas de piano despegando pulsátiles y luminosos a velocidad reservada, pero inspiradora, como si los drones fueran aves que trinan en un amanecer conmovedoramente postnuclear. Esto se sentía más evidente conforme las imágenes en las pantallas gigantes mostraban, en cámara lenta dirigida por Jean-Cosme Delaloye, la carcasa de edificios y fábricas abandonadas, revestidas de grafitis, vidrios rotos, puertas de madera vandalizadas y vegetación anarquista. Imágenes de la ruina arquitectónica de Detroit, Michigan, que seguramente harían llorar a JG Ballard y que a su vez fueron los cuarteles donde el Detroit Techno perdió la inocencia.

Craig es un tipo distante, de pocas palabras, pero esa noche parecía molesto. Cuando menos incómodo. Por su parte la mayoría de la audiencia no ayudaba a reducir la tensión del ambiente. Una mayoría disfrazada de ropas incómodas en colores estrambóticos, lentes gigantes y collares de luces LED que gritaban desesperados esperando que Craig explotara los beats como fuegos artificiales. Pero ese clímax no llegaba. Uno de esos tipos empezó a hacer un live desde su cuenta de TikTok desahogándose con sus seguidores: Craig era un fraude que hacía de la noche una experiencia aburrida. Las notas de piano seguían su curso en una línea elegantemente recta, pero muchos asistentes emprendieron la retirada del Pyramid Stage en busca de otros escenarios más “prendidos”, instagrameables. Me pregunto si a esto se refería cuando trajo a cuento el EDM y hacer casi una declaración de principios en su contra. Para cuando Carl Craig empezó, ahora sí, a mezclar techno junto a Jon Dixon, en la superficie del Pyramid Stage solo quedaba menos de la mitad del público que esperaba ver uno de los actos principales del festival Movement. Decir que éramos 500 personas es exagerar. Al final tuvimos más espacio para bailar a nuestras anchas y Craig pareció recobrar la fe en la humanidad techno.

Movement es un festival que se lleva a cabo en la Heart Plaza de Detroit desde el año 2000. Empezó siendo un evento público gratuito que con el tiempo creció hasta privatizarse. Hoy el Movement consiste en tres días de música electrónica con seis escenarios donde prevalece el techno hecho en Detroit, aunque otros géneros como el house, drum & bass, industrial o el indie dance son bienvenidos sin prejuicios. Sin embargo, para los locales, los detroiters, Movement se ha comercializado a niveles incosteables, incluso para ellos, aunque no reniegan tanto, pues en los días que dura el festival la economía de la ciudad fronteriza se acelera y la derrama económica siempre se agradece. Además, están las after parties, que a decir de los detroiters suelen ser mejor que el festival en sí. Fiestas que recuerdan las raíces del techno en esas fábricas abandonadas que simbolizaban el declive y caída de Detroit después de su era de prosperidad y esplendor económico debido al auge de la industria automotriz, como recuerda Mathias Kilian Hanf en su libro “Detroit Techno: Transfer of the Soul Through the Machine”. Pero esos días han quedado atrás. Detroit apunta a un crecimiento constante con el mismo entusiasmo de cultura y vanguardia de otras ciudades como Portland, San Francisco, Nueva York o Los Ángeles. Y eso se debe en gran medida al despunte de Movement como uno de los festivales de música electrónica más relevantes de Norteamérica.

Un año después y días antes de empezar el Movement del 2025, Jean-Cosme Delaloye presenta su documental “Desire: a Carl Craig Story”. En la sala de juntas principal del New Lab, un edificio otrora en ruinas como tantos, ha sido rehabilitado por la compañía Ford como centro de investigación tecnológica y de experimentación futurista. Entre los asistentes circula un video que se ha hecho viral al menos en los seguidores de la música electrónica: un tipo trata de subir al escenario del DJ en el Wire Festival de Nueva York que se llevó a cabo dos semanas atrás. Se le ve hasta la madre y aferrado a conseguir su objetivo mientras una docena de hombres lo arrastran. No hay música, solo abucheos y cámaras de celulares encendidas: “Si los organizadores de Movement no ponen atención a las banderas rojas, lo mismo sucederá aquí”, dice alguien. El documental es la historia del DJ que después de los fundadores, es quien se ha encargado de llevar el mensaje del Detroit Techno por todo el mundo y de la ciudad que ha sabido entrarle a los madrazos del capitalismo salvaje sin perder la dignidad. Carl Craig sostuvo una conversación al final de la proyección, donde seguía insistiendo en el Detroit Techno como un género que merece respeto.

No solo son los costos de entrada. La identidad del Movement se tambalea desde que los seguidores del EDM empezaron a inundar el festival con su extravagancia sobreactuada y frívola. El EDM es un género problemático. Sus DJ mezclan sin rigor ni creatividad géneros como el house o el eurodance. Sin más propósito que complacer la euforia adulterada de sus seguidores que al parecer disfrutan de estar encapsulados en sí mismos, en sus redes sociales, seguidores y exhibicionismo volátil: pokemonas, les dice un amigo; a quienes lo que menos les importa es el compromiso de un género altamente politizado, ya no digamos patriótico como lo es el techno. Basta ver la cantidad de sencillos que rinden tributo a Detroit. Esto, según me dice un detroiter al que conozco en la fila del baño del Marble Bar en el after party, de los tantos templos del techno de Detroit con un sistema de audio impecable que sin importar lo elevado de los decibeles puedes tener una conversación sin gritar, minutos antes de que la DJ mexicana Paurro empezara su set en el área del patio. Le digo que también los purismos dentro del campo de la electrónica suelen rayar en lo chocante. Quizás por eso este año el Movement no ha incluido grandes nombres como Underworld o Fat Boy Slim que cerraron el festival en ediciones anteriores. Enfocándose en talentos más subterráneos y locales. De hecho, los orígenes afroamericanos de techno están siendo resucitados para organizar fiestas alrededor del Movement que peleen con el clima de autoritarismo que empieza a contaminar el panorama estadunidense.

El bato al que conocí en la fila del baño del Marble Bar, afroamericano él, además de tener un cuerpo deliciosamente ancho, tenía razón en algo: lo que más me gusta del Movement es su espíritu de pertenencia. A diferencia de otros festivales donde los asistentes llevan camisetas de sus bandas favoritas, durante los días del festival una gran mayoría usan prendas que tengan impresas las palabras Detroit Techno como un sentido de pertenencia o hasta militancia en términos de baile. Excepto, desde luego, por los seguidores del EDM.


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Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
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