A Miguel y Berenice los mató la negligencia, y fueron enterrados en la indolencia. Dos jóvenes que, en un intento por adentrarse en el ámbito laboral como fotoperiodistas, cubrieron el festival Axe Ceremonia sin un contrato de trabajo formal, solamente las ganas de registrar para la posteridad un evento de esta magnitud.
El encuentro, con más de 25 mil asistentes, terminó en un accidente fatal que reveló la incapacidad de la organización para garantizar la seguridad, y la facilidad con la que ignoran los riesgos en pos de la estética.
Las primeras investigaciones revelan que los responsables del festival no notificaron a las autoridades el uso de esas grúas, no óptimas para exteriores o terrenos irregulares, como el Parque Bicentenario en la Ciudad de México, ni para colocar anuncios, como los osos colocados para identificar los supuestos “puntos seguros”. Tampoco el personal de la alcaldía Miguel Hidalgo acudió el día del evento para confirmar que las observaciones hechas hubiesen sido subsanadas, y quizá entonces, habría notado las estructuras peligrosas, y hoy no tuviéramos que estar hablando de esto.
Pero nada de eso pasó. Las omisiones provocaron la caída de esta grúa que mató a dos jóvenes. Sus cuerpos fueron recogidos por paramédicos, en un intento para esconder que la fiesta había pasado a ser escena de un crimen. Aún así, con Berenice y Miguel apagándose, la música siguió sonando y la gente brincando. Nada se detuvo. Los artistas cantaban mientras los peritos de Ciencias Forenses trabajaban. Dos realidades en un mismo lugar. Hasta que amaneció, y entonces ya nada pudo ocultarse.
La falta de empatía por parte de todos los involucrados son resultado de la codicia y la desvalorización de la vida humana. Un comunicado de cajón no es suficiente para apagar la indignación por una tragedia que nunca debió ocurrir. Los caprichos y el diseño no pueden estar por encima de la lógica y la seguridad de quienes acuden buscando un momento memorable.
Las vidas de Berenice y Miguel se acabaron porque unos cuantos no hicieron su trabajo. Alguien tiene que caer. Esto no puede volver a pasar.