Cultura

Miéntete

Del vasto catálogo de cómodas verdades que la Red pone a nuestra disposición, sobresale la de mentirse a uno mismo para adoptar el modelo de vivir conforme lo piden los tiempos de hoy. No se expone así, como mentira, desde luego, sino como verdad profunda, alejada de la idea de que no necesitamos modelo alguno para vivir.

Una vía se nos muestra: el autoconocimiento funcional, aquel que es útil a alguien, porque contribuye a lograr felicidad o éxito o estabilidad o realización humana, la cima de toda satisfacción personal y, por ende, social. El llamado “conócete a ti mismo”.

Claro que no puede negarse que aquellos conceptos son genuinamente humanos; nadie en su sano juicio renuncia al confort; nadie está en contra de obtener la felicidad; lo que debería llamarnos la atención es que tales asignaturas tienen un aspecto funcional, es decir, que sirven para algo. El rasgo sustancial de la satisfacción (permítaseme resumir esos conceptos en esta palabra) es que no tiene utilidad y no necesariamente es la conclusión de un proceso, simplemente sucede en el momento en que nos damos cuenta de su presencia. Podemos presentirla, podemos crearla artificialmente, podemos revestirla de espiritualidad, coronarla de esfuerzo, soñarla, desearla, sustituirla por seguidores y quizás por eso sentirla, pero en el fondo sabemos que no es la genuina satisfacción que hubimos sentido alguna vez.

Con relativa frecuencia confundimos la sombra con el objeto que la produce, y tendemos a creer que la sombra de las cosas es en realidad la cosa, pero ¿por qué? Tengo para mí que, al margen de las múltiples circunstancias individuales que lo propicien, creer que estamos satisfechos antes de realmente estarlo obedece al impulso de ejercer cuanto antes la cómoda verdad que se nos pide creer, para empezar a vivir de una buena vez el modelo que se nos pide adoptar para ser feliz.

Miéntete para llegar a la verdad. Cree en la sombra, que así no perderás de vista el objeto.

Nada sería reprochable si no implicara el alejamiento del no-hacer nada, no me refiero a la inopia, sino a la negativa a conducirse por un camino ajeno a tu genuina convicción; es decir, al aspecto funcional de la satisfacción, que incorpora prácticas ajenas a la realización personal. Pero ¿qué me importan esas prácticas ajenas si justifican mi satisfacción?, pensará más de uno, pues porque la felicidad útil contribuye a mantenernos cercanos a la sombra y alejados del objeto. No nos damos cuenta, pero así es. La vasta red de las religiones, los vanos sistemas políticos, las prominentes ofertas universitarias, los programas sociales, todos colocan una zanahoria delante de nuestra nariz. Alcanzarla es nuestra meta en la vida, y la prueba de ello es que, quien se niega a ir tras esa recompensa es un outsider que seguramente merece la pena que la sociedad misma le imponga. Y las penas son severas, basta revisar las ideas que a ti, lector, lectora, se te han ocurrido.

El pacto de vivir en sociedad ha requerido establecer no solo reglas, límites, conceptos de convivencia, sino también creencias acerca de lo real, lo íntimo y la muerte. Así, la vida está resuelta, ya que el cauce de nuestro actuar está predeterminado: solo es cuestión de tiempo alcanzar la meta.


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Porfirio Hernández
  • Porfirio Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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