Las felicitaciones comenzaron a llegar muy temprano. Personas que no me escriben con mucha frecuencia me mandaron mensaje por WhatsApp para felicitarme: el pódcast que hago todas las semanas, desde hace ya un par de años, aparecía en la tabla en el primer lugar.
Wow. ¡No lo vi venir!
El título de la tabla es “Top Business Podcasts en México”. Aparecen siete programas en la lista, y el mío sale en el lugar 1. Para festejar, ¿no?
El tema es que esta tablita no es un ranking oficial. Varios de los programas que salen por debajo del mío son mucho, mucho más grandes. Tienen miles de descargas más que el mío. La tabla la hizo un buen amigo mío, y no con una intención de engañar a nadie. Él simplemente quería enumerar los pódcast de negocios en México que más le gustan, y nos incluyó a nosotros a mero arriba. Yo estoy muy agradecido con ello, por supuesto.
Mi amigo compartió su tabla en LinkedIn, y ya. Jamás se imaginó que algunas personas lo interpretarían como algún tipo de listado oficial, y si solo le tomas foto de pantalla y lo mandas por WhatsApp, pues es aún más fácil perder el contexto completo.
En este caso, esta situación resultó a mí favor. O bueno, algo así. Muchas personas se habrán quedado con la impresión de que mi pódcast es el número 1 en este país. Desde un punto de vista de descargas o de audiencia, no lo es. Está muy lejos de serlo.
Ojo que eso está bien por mí. Sí, tenemos decenas de miles de descargas todas las semanas y miles y miles de suscriptores. Crecemos todo el tiempo, y literalmente miles de personas escuchan todos nuestros episodios. No tengo duda de que somos el #1 para muchos. Pero hasta ahí: por el tipo de contenido que hacemos e incluso por el estilo del pódcast, yo sé que nunca será el más popular. No quiero —y no necesito— que lo sea. Lo que sí quiero es que sea el más popular en un segmento muy específico. Ahí sí vamos bien: ese segmento sí que nos escucha. Nada más que no es, ni será, un segmento grande. Por eso no hay manera de que, en lo que se refiere a descargas totales, seamos el pódcast #1.
Esta situación no hizo sino recordarme lo expuestos que estamos a ser víctima de las famosas fake news. Un mensaje bien elaborado, coherente y en el formato correcto, es muy fácil que capture nuestra atención —y más si dice algo que me gusta. Si confirma aquello en lo que quiero creer.
Las plataformas de inteligencia artificial agravan esto de forma exponencial. Por más poderosas y útiles que son para muchas cosas, en mi trabajo he encontrado que no puedo confiar que los datos son siempre correctos. Se equivocan muchísimo y el problema es que responden con tanta seguridad y con una redacción tan perfecta, que es sumamente fácil caer en la tentación de utilizar ese contenido.
Detrás de las fake news puede haber malas intenciones: gente que quiere distorsionar la verdad o propagar un mensaje que le conviene. También puede haber solo una interpretación imprecisa de un dato, así haya sido en buena fe.
Siempre es padre recibir felicitaciones. En este caso, no lo fue tanto: no dejaba de sentirme como un impostor. Y es que así haya habido buenas intenciones, o malas, el efecto es el mismo: son fake news.