Política

Las lecciones del duelo Harvard vs Trump

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Un líder autoritario siempre debe tener un enemigo, no importa si éste es real o se trata de simples molinos de viento. Y en este caso Donald Trump, presidente de Estados Unidos, encontró al adversario perfecto en las universidades denominadas de élite, principalmente Harvard, para pelear y con grandes posibilidades de ganar en el imaginario social.

"Harvard ya ni siquiera puede considerarse un lugar decente de aprendizaje y no debería figurar en ninguna lista de mejores universidades del mundo", escribió Trump en su plataforma Truth Social.

Trump reflejó, aunque duela, el sentir de una gran parte de la población estadunidense con respecto a las universidades de prestigio.

Su gobierno ha enviado cartas a muchas escuelas del país amenazando con recortes en el financiamiento si no se aplican cambios, entre los que figuran la eliminación de los programas de diversidad, igualdad e inclusión, cambios en las políticas de contratación y isión, así como limitar el a quienes "están más implicados en el activismo que en la enseñanza", lo cual va relacionado con las protestas contra Israel por su actuación en la guerra de Gaza.

El presidente de Harvard, Alan Garber, decidió no aceptar las exigencias de la istración para cambiar sus políticas, declarando que la universidad no “cedería ni su independencia ni sus derechos constitucionales”.

En el deber ser, esa es la respuesta que se esperaría de las universidades, las cuales por excelencia son consideradas como espacios de debates, pluralismo y motores de cambio social. En esto Harvard no ha fallado, a diferencia de Columbia, que sí ha cedido para evitar perder los fondos federales o la exención de pagos de impuestos, lo cual equivale a congelar alrededor de dos mil 200 millones de dólares en subvenciones y otros 60 millones en contratos.

Y aunque para algunos gurús del análisis político, las palmas se las está llevando Harvard, la realidad es otra.

Esta batalla la lleva ganada Trump en la opinión pública, y por mucho.

Por décadas la población estadunidense se ha sentido desplazada por esa minoría que pertenece ala llamada Ivy League y a sus privilegios. Más allá de sus méritos académicos, tanto su alumnado como su staff académico están envueltos en una burbuja alejada de la realidad cotidiana del estadunidense promedio.

Por ejemplo, si bien Harvard tiene criterios con perspectiva racial, en el caso del ingreso de alumnos con bajos ingresos, de acuerdo con el índice Pell de Forbes, en cuanto a culminación de estudios no sale bien librada. Porque, en comparación con otras instituciones de la Ivy League y otras universidades, Harvard no inscribe a muchos beneficiarios de becas Pell (dirigida a alumnos de bajos recursos), lo que significa que las ventajas que conlleva un título de Harvard están disponibles para relativamente pocos estudiantes de bajos ingresos.

De tal manera que podrá ser progresista en temas, pero su beneficio solo es para unos cuantos. De tal manera que Trump no batallará en hallar aliados contra una liga cuya hiedra no crece más allá de muros decimonónicos.


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Sarai Aguilar Arriozola
  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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