Cultura

Enrique Bátiz se lanza desde La Quebrada

Doble filo

Fallecido hace dos semanas, el destacado y polémico músico inició su carrera como pianista y saltó al vacío para dirigir orquestas, según sus propias palabras hasta ahora inéditas.

I

En 1987 platiqué con el director de orquesta Enrique Bátiz y esa entrevista sólo apareció en el número cero de una revista que nunca llegó al público.

El director editorial de aquella volátil publicación me pidió que tratara “con pincitas” al músico porque, según él, tenía fama de “enojón”. Bátiz, quien entonces era director de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, me pareció un personaje muy intenso que se portó amable en su oficina del Centro Cultural Ollin Yoliztli.

II

En 2017, Enrique Bátiz se vio envuelto en acusaciones de malos tratos con algunos de los músicos que trabajaban bajo su batuta en la Orquesta Sinfónica del Estado de México, que él mismo fundó. En redes sociales se pudo ver al director siendo grosero en un ensayo de la OSEM. En 2018 fue acusado públicamente de abuso sexual por parte de la violinista suiza Silvia Castran, aunque el caso no llegó a los tribunales.

Ave de tempestades, Enrique Bátiz estudió piano en la Juilliard School de Nueva York y en el Conservatorio de Varsovia. Fue director huésped de muchas agrupaciones musicales en el mundo, incluyendo la Orquesta Filarmónica Real de Londres, con la que grabó la Sinfonía número 3, de Camille Saint-Saëns, que en su momento fue considerada como la mejor versión existente por parte de la revista Gramophone y The Penguin Stereo Record Guide.

III

Acerca de la exitosa grabación con la Filarmónica Real de Londres, Bátiz me comentó hace casi cuatro décadas: “Fue el producto de muchos años de esfuerzo y de una necesidad espiritual. También lo hice para probarme a mí mismo que no era tan malo como decían aquellos que se sienten Zeus lanzando rayos sobre el mundo”.

Le pregunté si en México él tenía algún Salieri en especial y esto dijo: “Por supuesto que no soy un genio como Mozart y tal vez yo mismo pudiera ser un Salieri, pero procuro todos los días ver con iración y reconocimiento a quienes trascienden. Entre los críticos abundan los Salieri. Después de leer un texto, alguien que sí ha estudiado sabe si hay conocimiento, amistad, interés, mala fe o ignorancia”.

Quise saber cómo se transformó de pianista en director de orquesta: “Nunca he dejado de tocar el piano porque es un instrumento maravilloso, pero requiere de una dedicación absoluta. La dirección de orquesta me ha dado el color, el cinemascope, el sonido estéreo; digamos que con el piano yo tenía sólo una bocina. Tocar bien el piano es como lanzarse en una alberca desde el trampolín de tres metros; dirigir bien una orquesta es como aventarse desde la plataforma de diez metros, y dirigir de manera excelente a una orquesta es como tirarse desde La Quebrada de Acapulco. La comparación puede sonar pueril, pero sirve para ejemplificar”.

IV

Durante aquella entrevista con Enrique Bátiz, le comenté que Arthur Rubinstein sí compaginó exitosamente sus facetas de gran pianista y director de orquesta. Él contestó: “Rubinstein es un caso excepcional, uno entre cien mil. También tenemos a Vladimir Askenazi, un pianista magnífico que a los 40 años comenzó a dirigir. No me comparo con él, pero eso a mí se me ocurrió a los 17 años de edad”.

Le pregunté qué compositor famoso había sido un gran instrumentista y esto dijo: “Sin duda, Chopin ha sido el más grande intérprete, fue un pianista excepcional y sus composiciones están a la vista y el oído de todo mundo. Beethoven también era pianista y tocaba otros instrumentos con destreza. Mozart, clavicordio y clavecín. Bach, clavecín y órgano. También es importante decir que los buenos compositores piden consejo a los grandes intérpretes. Joachim influyó a Brahms, Paganini a Berlioz, Segovia a Rodrigo”.

Finalmente, acerca del atrevimiento de calificar a personajes del calibre de Vivaldi o Beethoven como “compositores populistas”, Bátiz expresó con sarcasmo: “De vez en cuando surgen genios que hablan en términos sacrílegos, pero generalmente son tipos ignorantes que dicen estupideces. Tienen problemas de infantilismo intelectual, adolescencia postergada, enajenación mental. Esas personas necesitan ayuda de inmediato, pero como no han sido atropelladas, no las podemos llevar urgentemente a la Cruz Roja. Otra moda es declararse pucciniano, verdiano o mahleriano y que fuera del autor que se idolatra no hay nadie más. Son problemas no resueltos con el psiquiatra y que trascienden a la opinión pública”.

Descanse en paz Enrique Bátiz Campbell (1942-2025).

AQ

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Fernando Figueroa
  • Fernando Figueroa
  • Estudió periodismo en la UNAM y es autor de El mejor oficio del mundo. 60 entrevistas, libro de charlas con personajes de la cultura, espectáculos y deportes, realizadas durante cuatro décadas.
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