¿Qué se le puede regalar a alguien que ya lo tiene todo? La solución habitual es algo con valor sentimental. En el caso de Donald Trump, Qatar encontró la combinación perfecta: un jumbo jet de 400 millones de dólares (mdd) por el que ya había expresado nostalgia. Trump revisó el avión en el aeropuerto de Palm Beach unas semanas después de su toma de protesta. Mucho después de que cubra los rios del avión con un baño de oro, asociará su próximo Air Force One con la familia gobernante de Qatar. O eso es lo que esperan.
En la práctica, la gratitud de Trump tiene una vida útil limitada. Pregúntenle a Mark Zuckerberg de Meta, cuya donación de un millón de dólares para la toma de posesión de Trump y 25 mdd para resolver una demanda por difamación sin fundamento no han podido salvar a su empresa de las enormes multas con las que los amenazan. Sin embargo, con Trump, nunca se debe decir nunca. Tal vez Zuckerberg encuentre su propia retribución sentimental para asegurarle a Meta el alivio de los abogados antimonopolio de Trump.
No es casualidad que el primer viaje de Trump al extranjero sea a Arabia Saudita y luego a otros reinos del Golfo, como ocurrió durante su primer mandato (su reciente viaje a Roma para el funeral del Papa Francisco fue obviamente con poca antelación). La distinción entre lo público y lo privado tiene poco significado para la Casa de Saud. Su país lleva literalmente su nombre. Al menos en teoría, las leyes éticas estadunidenses contra los conflictos de intereses sitúan a Washington en el otro extremo del espectro, en comparación con Riad. En realidad, las normas éticas federales ahora son decorativas.
Los exfuncionarios que debían declarar donaciones de más de unos cuantos cientos de dólares se sorprenderán al saber que los abogados de Trump consideraron que una de 400 mdd no viola la cláusula de emolumentos de la Constitución estadunidense. Lo mismo ocurre con el memecoin $Trump, que presidente emitió unos días antes de su toma de protesta. Los 220 principales inversionistas en la oferta puramente especulativa de Trump asistirán a una cena privada con él la próxima semana. Al parecer, eso también cumple con los requisitos legales.

Algunos juegan este juego con más agilidad que otros; son pocos que lo pueden hacer mejor que las familias reales del Golfo. Este mes, un fondo de inversión de Abu Dabi transfirió 2 mil mdd en stablecoins a través de World Liberty Financial, la empresa de criptomonedas de propiedad mayoritaria de la familia Trump. Ese nombre está lleno de intenciones. En el otro lado de la transacción se encuentra Binance, la plataforma de intercambio de criptomonedas que pagó una multa récord de 4 mil 300 mdd por lavado de dinero durante la presidencia de Joe Biden.
Desde entonces, Trump ya suspendió las restricciones de Biden a las exportaciones de semiconductores a un grupo de países, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos. Ese país del medio oriente también prometió invertir 1.4 billones de dólares en EU en el espacio de la próxima década. Ni Bruselas ni Ottawa podrían siquiera igualar esa cifra.
¿La clase media estadunidense debería estudiar el contenido de los acuerdos de Trump? ¿Podría tener algo que decir? Gran parte de la alarma desde enero centra la atención en el fantasma del autoritarismo de Trump, especialmente en lo que respecta a las deportaciones y la libertad de expresión. Pero cómo de forma convincentemente argumenta la autora Anne Applebaum, la gemela de la autocracia es la cleptocracia. En esta última, Trump parece estar mucho más avanzado. El Congreso ni siquiera finge supervisar estos conflictos de intereses. Tal vez el Capitolio esté paralizado por la amplitud de opciones.
También plantean interrogantes sobre los motivos de la política exterior de Trump, en particular con Qatar. El pequeño reino del Golfo hizo un gran esfuerzo por apoyar a Hamás al invertir decenas de millones de dólares en Gaza. Además, alberga al grupo militante palestino. Sin embargo, la familia Trump está muy interesada en acuerdos comerciales con ellos.

En abril, la Trump Organization llegó a un acuerdo con Qatar para construir un campo de golf de 18 hoyos con villas de lujo de la marca Trump. Qatar también invierte en el fondo de inversión de Jared Kushner, el yerno de Trump, y se espera que presente al menos 200 mil mdd en inversiones estadunidenses esta semana. Aunque gran parte de estas cifras destacadas podrían resultar un espejismo, sistemas no patrimoniales como el de Canadá no pueden operar de esta manera. Esto otorga una enorme ventaja a los países no democráticos al negociar con Trump.
Estos acuerdos también son difíciles de conciliar con la promesa de Trump de “Estados Unidos primero”. Si Qatar cumple con su jumbo jet gratuito, el supuesto palacio en el cielo de Trump quedaría a expensas de Boeing, que tiene contrato para reabastecer la envejecida flota del Air Force One. ¿Cómo servirá la inminente oleada de torres y complejos turísticos de Trump a los intereses económicos o diplomáticos de EU? Eso es tema de debate. Sin embargo, el impulso financiero para Trump y su familia es evidente. Surge la sospecha de que la verdadera agenda del presidente estadunidense es “Trump primero”. El resto son trucos de magia.
OMM