El discurso de Donald Trump, Elon Musk y compañía esgrime un antiguo apotegma que ellos creen, o fingen creer, novedoso, el relativo a la excepcionalidad de Estados Unidos como país elegido y portador de una grandeza que, en su argumento, ha perdido a causa de adversarios políticos internos y una especie de conspiración a escala global, que incluye, por supuesto, a México. Además de que los sucesivos gobiernos, azules o rojos, han hecho ver a sus ciudadanos que son un país con una misión universal.
Sobre estos despropósitos ha escrito John Gray en Al Qaeda y lo que significa ser moderno (Paidós, 2003) lo siguiente: “No es una convicción poco frecuente. Los británicos durante el siglo XIX, los ses durante el XVIII, los españoles y los portugueses durante los siglos XVI y XVII, todos imaginaron ser los precursores de una civilización universal. No hay nada de excepcional en la excepcionalidad estadunidense”.
Lo que sí parece novedoso es cómo cambió el escenario en lo que se refiere a terrorismo y delincuencia organizada después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas y el Pentágono, ahora que el Departamento de Estado determina por órdenes presidenciales designar “terroristas” a seis cárteles de la droga, atribuyéndoles correctamente la operación de “ejércitos” de natural condición irregular, pero también una dudosa asociación con bandas extremistas como la pro iraní Hizbulá.
Decía en ese terreno Gray en 2003: “Al Qaeda no solo es moderna por utilizar tecnologías de la información. También por su organización. Se parece menos a las centralizadas estructuras de comandos de los partidos revolucionarios del siglo XX que a las estructuras celulares de los cárteles de la droga y de las extensas redes de las corporaciones de negocios virtuales”.
Es decir, fue el terrorismo moderno el que adoptó estrategias de organización de las bandas del narcotráfico, no solo en cuanto a sus estructuras horizontales, sino en el uso de nuevas tecnologías para convertirse en multinacionales globales. El autor aventuraba entonces que Al Qaeda había retomado del EZLN técnicas de ilegal a bases de datos para desorganizar mercados financieros.