Los maestros afiliados a la CNTE han rechazado el aumento salarial de 10 por ciento y de una semana de vacaciones que le ofreció el gobierno. Ellos, cuya profesión los hace personajes fundamentales del desarrollo, deberían recibir un salario digno y tener el respeto de toda la comunidad, más aún porque, al final del camino, a todos nos enseñó a leer un docente, cuando no la propia familia.
El tema es que los renuentes a la propuesta pertenecen a una división sindical que tiene mayormente presencia solo en algunos estados: Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán. Su aportación a la educación nacional hoy más que nunca está ilustrada en sus protestas, toma de casetas, bloqueos carreteros y a aeropuertos, marchas en vías principales en horas pico y plantones, no en sus resultados en aula.
Y usted de me dirá que eso es un derecho constitucional y la autoridad alegará que no caerá en provocaciones, porque ya se imagina con denuncias encima por la “brutal represión” y los “presos políticos”. Ante eso, mejor que se chingue la población y a aguantar a pie firme, cosa de esgrima política y males menores. Razones de Estado, dirán.
Estando de acuerdo, sin embargo hay datos que saltan en un sistema basado en evaluación sumativa para medir el rendimiento del alumno, claro, del chico, porque ni modo de insinuar siquiera una examinación al maestro, que ipso facto se convierte en “punitiva” y a tomar casetas y a bloquear la SEP. Los números disponibles en el Inegi, al final de cuentas, sí reprueban a estos maestros que se pasan más tiempo en la grilla que en las aulas. Veamos:
En el rubro “Esperanza de escolaridad en años”, los cuatro estados donde instruye la CNTE figuran en los últimos seis lugares. En “Eficiencia terminal en primaria”, en los seis a la cola. ¿Qué tal en “Tasa neta de matrícula en secundaria”? Adivinó usted: en los últimos seis. ¿Y sobre “Grado promedio de escolaridad”? Formaditos los cuatro al fondo. Para coronar la tabla, en analfabetismo, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán ven al país desde el sótano.
Por eso cuando preguntaron a un líder de la CNTE por qué creían merecer más, no esgrimió resultados académicos, sino que las protestas les rindieron el año pasado un alza de 16 por ciento. ¿Por qué aceptar menos?