
Una diferencia principal separa a la primera de la segunda presidencia de Donald Trump. Las nuevas compañías que sentó a unos cuantos metros de distancia el día en que tomó posesión. El más destacado es Elon Musk, pero ahí estaban también Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, los otros dos hombres más ricos del mundo.
Durante los cinco meses que han transcurrido desde entonces, el mundo entero se pregunta por el significado de esta alianza entre el político más poderoso y el liderazgo económico ilimitado de esas tres fortunas.
Se trata de una sociedad que no solo comparte negocios sino también, aunque con gradaciones distinguibles, valores e ideología. Ciertamente, la versión 2.0 de Trump es más ideológica que la anterior y tal cosa se debe, en parte, a la influencia de sus nuevos amigos.
¿Quiénes son las personas detrás de estos personajes? ¿Qué buscan y hasta dónde estarían dispuestos a llegar? ¿Será breve su marca en la historia o nuestra generación tendrá que aprender a contemporizar con sus ambiciones y su capacidad para modelarnos a su imagen y semejanza?
De manera despectiva se les llama los nuevos plutócratas de la tecnología o la broligarquía (hermanos oligarcas). En cambio, quienes los iran se refieren a ellos como profetas, iluminados, visionarios, radicales de la libertad, o bien, la promesa de la humanidad.
Gracias a la recomendación de un gran amigo, recién se cruzó en mi camino una serie de seis capítulos, divulgada por Radio , que disecciona a estos individuos. No tiene desperdicio la conversación entre los periodistas ses Thomas Snégaroff y Philippe Corbé, ambos especialistas en la vida política estadunidense contemporánea. El retrato de época que ofrecen entrega la claridad del momento que habitamos y urge a tomar conciencia sobre los hilos que mueven al trumpismo de segunda generación.
Comparto aquí algunos de los principales argumentos de esta charla titulada Los oligarcas de Silicon Valley, anatomía de un poder sin límite. El primer perfil analizado es el de Peter Thiel, un multimillonario que comparte con Elon Musk el hecho de haber nacido en Sudáfrica, como hijo privilegiado del Apartheid. Thiel fue el primero entre estos plutócratas en apoyar a Donald Trump. Desde 2016 advirtió que su liderazgo no iba a ser una mera anécdota de nuestro tiempo, sino el hombre que permitiría a Estados Unidos profundo expresarse en su gloriosa brutalidad.
Thiel fue fundador de Paypal, inversionista temprano de Mark Zuckerberg en Facebook y también de Elon Musk en Space X. Su fortuna está muy lejos de poder compararse con la de sus antiguos socios; ronda los 6 mil millones de dólares, es decir que cuenta con mil millones más que Donald Trump. Thiel ocupa el lugar 131 entre los hombres más ricos del planeta, mientras que Trump se ubica en el lugar 319.
Con todo, el peso político y sobre todo ideológico de este magnate ha sido notorio. Hay una frase suya que lo caracteriza bien: “Hemos llegado a un punto donde la libertad y la democracia no son conciliables”. Sugiere, por tanto, que, si es necesario elegir entre una y la otra, la libertad debe prevalecer.
Corbé asegura que Thiel no es alguien que defendería una dictadura, porque es contraria a su visión libertaria, pero se siente más cómodo con la noción griega de la República gobernada por los mejores que, según su entender, son aquellas personas cuya inteligencia les ha proporcionado más dinero que al resto.
El fundador de Paypal no otorga valor a la defensa de los derechos humanos, menos aún a la protección de las minorías vulnerables, ya que tales objetivos imponen una carga pesada que impide a los emprendedores correr más rápido. Lo mismo opina respecto de la protección del medio ambiente. Estados Unidos, argumenta, no se construyó respetando la naturaleza, sino dominándola. Thiel estaría detrás de la filosofía que busca erradicar de las instituciones y la cultura estadunidenses los principios de equidad, inclusión y diversidad.
El segundo perfil analizado por Snégaroff y Corbé es el de Elon Musk, poseedor de la fortuna más cuantiosa de la Tierra: 344 mil millones de dólares. (Sirva mencionar aquí a Carlos Slim, quien hace poco más de una década tuvo ese mismo lugar y que actualmente estaría en la posición diecinueve con 82 mil millones).
Musk es fundador de varias empresas de vanguardia dedicadas a invertir con igual obsesión en la exploración del espacio (Space X) y el cuerpo humano (Neuralink). Un visionario de la energía, el transporte (Tesla) y la comunicación (Starlink y X).
Hoy es, entre los mencionados, el hombre más influyente sobre Trump. Abrazó descaradamente su causa después del atentado que el candidato republicano sufrió en Pensilvania. Lo fascinó su capacidad para levantarse, pero más importante habría sido el rechazo al partido demócrata que, a su parecer, estaba estrangulando el espíritu estadunidense.
Musk ha declarado que los hombres inteligentes como él tienen la obligación de procrear muchos hijos; a sus 54 años es padre de once. Entre ellos hay una hija que Musk repudió públicamente porque nació varón y decidió, en la adolescencia, cambiar de sexo. El libertario tiene sus límites.
Musk acusa al ambiente educativo y social que prevalece en California como la causa de lo que él llama “el asesinato” de su hijo. En revancha, ella se cambió el apellido y denunció a su padre como un hombre a la vez radical y oscuro. El gran asesor de Trump está obviamente detrás de la campaña gubernamental para discriminar a las personas trans.
Mark Zuckerberg, con la tercera fortuna del planeta, decidió apoyar públicamente a Trump el mismo día que pronunció un sorpresivo discurso. En una entrevista otorgada a la cadena Fox News elogió la energía masculina como una fuerza capaz de transformarlo todo, pero que estaba sufriendo castración por la ideología progresista. “Creo en una cultura virilizada que valore la agresividad”, afirmó antes de ingresar al selecto club de los hombres que sostienen la profecía trumpista.
Es muy probable que Zuckerberg haya transitado hacia esta feligresía para proteger su emporio. Lo mismo podría decirse de Jeff Bezos, el segundo hombre más rico, quien pasó de ser un detractor del movimiento MAGA para convertirse en su seguidor. Antes tuvo, eso sí, que humillarse ante Musk, quien no oculta su desprecio por el fundador de Amazon.
Musk, Bezos, Zuckerberg y Thiel son personajes cuya capacidad para conducir el rumbo del planeta es ciertamente ilimitada, no solo porque tienen los recursos económicos y mediáticos, sino también porque cuentan con el respaldo del hombre con mayor poder político y militar. ¿Son marionetas o marionetistas de Donald Trump? Snégaroff y Corbé concluyen que aún es temprano para responder esta precisa pregunta.